A principios de la década de 1920, época en la que las mujeres ni siquiera podían trabajar sin la autorización de su marido, Carmen Portinho se matriculó en ingeniería en la Escuela Politécnica de la Universidad de Brasil. A la vanguardia de la profesión, como una de las primeras tres mujeres en graduarse como ingeniera en Brasil, abrió el campo en un espacio de dominio que era completamente masculino.
Carmen Velasco Portinho era hija de un padre gaucho y madre boliviana. Nació en 1903 en Corumbá, Mato Grosso do Sul, región fronteriza, y apenas 8 años después se mudó a Rio de Janeiro con su familia. Antes de emerger en la profesión, se la conocía como una líder sufragista fundamental en ganar el voto femenino. Se trataba de una de aquellas que viajaba en avionetas repartiendo volantes y llamando a las mujeres a unirse a la lucha feminista. Una audacia visible que impregnó todas las actividades que desarrolló, incorporando los derechos de las mujeres en diferentes instancias, ya sea desde el estimulo profesional hasta los detalles del proyecto.
Entre sus grandes logros sociales, cabe destacar la creación de la Unión Universitaria Femenina en su propia casa en 1932, lugar donde las mujeres pudieron buscar apoyo en la carrera que eligieron, contribuyendo a crear conciencia sobre la importancia de la preparación técnica y el desarrollo intelectual – después de todo, como la propia Carmen afirmó, la emancipación política no serviría de nada sin la emancipación económica.
Como primer trabajo en su carrera, Carmen fue invitada a asumir el cargo de Directora de Obras y Vías en el Ayuntamiento de Rio de Janeiro, capital del país en ese momento. Un cargo público en el que sufrió un sinfín de episodios de desmoralización por ser mujer, pero donde, a pesar de ello, se destacó con importantes proyectos como coordinar la implementación de la red de energía eléctrica en las escuelas públicas, posibilitando la inauguración de los cursos nocturnos.
Aunque siempre fue muy discreta, Carmen tuvo una personalidad irreverente y audaz, que surgió cuando lideró equipos de construcción con cientos de trabajadores de quienes, según ella, aprendió a apreciar una hermosa cachaza. Sin embargo, a pesar de su carrera en la construcción civil, fue a principios de la década de 1930 cuando Carmen asumió oficialmente el enfoque urbanístico, convirtiéndose en la primera mujer del país en obtener el titulo de urbanista de la Universidad de Distrito Federal. Para tal, era costumbre que el alumno defendiera una tesis y, en el caso de Carmen, el tema elegido reverbera hasta hoy en la historia de Brasil. La ingeniera, y desde entonces, urbanista presenta el “Anteproyecto de la Futura Capital de Brasil en el Altiplano Central”.
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A partir de un estudio realizado en 1892 por una comisión encargada por el gobierno brasileño para definir el lugar ideal donde se llevaría a cabo la construcción de la nueva capital del país, Carmen estudió las condiciones climáticas y geográficas de la meseta central, eligiendo finalmente la misma región que más tarde, sería definida por Lucio Costa para la fundación de Brasilia. Las similitudes, sin embargo, no terminan ahí. Carmen, asidua entusiasta del movimiento moderno, siguió al pie de la letra los preceptos de Le Corbusier para el diseño de su proyecto, creando una especie de Ville Radieuse, defendiendo el protagonismo de las zonas residenciales, los espacios verdes, la densidad, las edificaciones levantadas sobre pilotes y las cubiertas con techo-jardín. Ante la gran semejanza entre su proyecto y el de Lucio Costa, Carmen lo atribuye al hecho de que ambos tomaron como base la misma investigación sobre el lugar y los mismos preceptos del urbanismo moderno. Su proyecto resultó ser el prototipo de la ciudad funcional definida por el CIAM, una audacia que la convirtió en precursora de la idea de construir una ciudad enteramente moderna en Brasil y cuyo reconocimiento sobre esto es una deuda que la historia tiene aún con Carmen.
Poco después de fundar la Asociación Brasileña de Ingenieras y Arquitectas (ABEA), Carmen inició un programa de estudios en Inglaterra, en 1944, y se encontró con un Londres devastado por la guerra. Sin embargo, en medio del escenario caótico y desolador de la época, el ingeniero se mostró sensibilizado por la forma en que el gobierno estaba conduciendo y priorizando la vivienda popular. Decidida a seguir el camino de las viviendas populares, Carmen llega a Brasil e establece una sociedad con Affonso Reidy, quien se convertiría en su compañero de trabajo y de vida hasta su muerte en 1964. Juntos, fueron responsables de varios proyectos que marcaron la historia de la arquitectura moderna en el país, entre ellos el conjunto habitacional de Pedregulho en Gávea, el Museo de Arte Moderno de Rio y sus propias casas en Jacarepaguá e Itaipava.
La afinidad entre los novios, manifestada a través de estas grandes obras, también tuvo lugar en su preocupación por los temas sociales. En el proyecto de Pedregulho, por ejemplo, además de una forma atrevida y su inserción urbana, es posible percibir una serie de iniciativas relacionadas con el confort de la población, como la separación total entre la circulación de automóviles y peatones, protegiendo principalmente a los niños. Es también en este proyecto que Carmen pudo introducir el concepto de Unidades Vecinales, diseñando un complejo autosuficiente que alberga una escuela en su corazón, así como un centro de salud y unidades comerciales. En cuanto a esta sensibilidad, cabe destacar el discurso de Lucio Costa cuando afirmó en cierto momento que el papel que asumió Carmen en la concepción de Pedregulho fue más allá de las exigencias técnicas de un ingeniero urbanista, ella estaba allí para "enseñar a vivir". En él, nuevamente el activismo de Carmen se vuelve a entrelazar con el rol profesional que desempeñaba, materializado claramente a través de las lavanderías colectivas automatizadas que, como ya lo había propuesto Gropius, simbolizaban la emancipación de la mujer al aliviarla de los encargos domésticos.
Tras estos proyectos, fue directora del MAM, crítica de arte y directora de la Escuela Superior de Diseño Industrial (ESDI) durante más de 20 años. Carmen Portinho vivió hasta el año 2001, y en sus casi un siglo de vida dejó un legado profesional y social inédito a través de una militancia que llegó genuinamente a todos los ámbitos de su vida.
Referencia: RISÉRIO, André. Mujer, casa y ciudad. São Paulo: Editora 34, 2015.
.jpg?1638445248 "Carmen Portinho y la vanguardia moderna en Brasil")
